FOTO: El podio mundial con Hanyu, Fernández y Jin.
El madrileño destroza el récord de Europa en el mejor programa libre de su carrera y revalida el título mundial
Cuando anoche media España estaba pendiente de la actuación de Javier Fernández pocos pensaban que conseguiría alzarse de nuevo como campeón mundial. Los doce puntos eran posibles de remontar, pero parecía una proeza difícil, debido sobre todo al gran momento de forma de Yuzuru Hanyu. Todo el mundo deba por hecho que Javier Fernández, como mucho, se llevaría la plata.
Tras las brillantes actuaciones de los norteamericanos Max Aaron y Adam Rippon, así como del ruso Mikhail Kolyada, los corazones de medio mundo se paraban, pues el extraterrestre del patinaje, Yuzuru Hanyu tomaba la pista para hacer su programa libre.
Tenía gesto serio pues no había calentado bien y en los entrenamientos previos tampoco había estado especialmente fino. El susto llegaba pronto pues apoyaba la mano en una salida muy desequilibrada del cuádruple salchow (-0.86), pero instantes después tiraba de oficio para salvar el cuádruple toe (+1.71) y un rasante triple flip (+1.60). La primera parte se cerraba con una magnífica pirueta combinada de nivel 4 con variaciones de cogido y Biellman (+1.07) y una secuencia de pasos de nivel 4 (+1.60). Se notaba que algo no funciona, estaba incómodo en el hielo y su rutilante ‘Seimei’ se veía extrañamente apagado. La confirmación vendría poco después con la caída en el segundo cuádruple salchow (-4) que, al no ser combinado, contaba como + repetición. Recuperaba las sensaciones con el triple axel + triple toe (+2.71), pero en el segundo intento de este salto, se sobregiraba perdiendo impulso y dejando en doble salchow la segunda parte de la secuencia (-0,57). Subía y bajaba. Tan pronto aterrizaba un correcto triple bucle (+0,90), como descontrolaba y tocaba con la mano en el hielo en el triple lutz (-0,60). Incluso en la pirueta baja combinada se apreciaba alguna imprecisión (+0.29) y se catalogaba como nivel 3. Concluía de forma muy potente con su efectista secuencia coreográfica (+1.5) y la pirueta combinada de nivel 4 (+0.93).
Tenía gesto serio pues no había calentado bien y en los entrenamientos previos tampoco había estado especialmente fino. El susto llegaba pronto pues apoyaba la mano en una salida muy desequilibrada del cuádruple salchow (-0.86), pero instantes después tiraba de oficio para salvar el cuádruple toe (+1.71) y un rasante triple flip (+1.60). La primera parte se cerraba con una magnífica pirueta combinada de nivel 4 con variaciones de cogido y Biellman (+1.07) y una secuencia de pasos de nivel 4 (+1.60). Se notaba que algo no funciona, estaba incómodo en el hielo y su rutilante ‘Seimei’ se veía extrañamente apagado. La confirmación vendría poco después con la caída en el segundo cuádruple salchow (-4) que, al no ser combinado, contaba como + repetición. Recuperaba las sensaciones con el triple axel + triple toe (+2.71), pero en el segundo intento de este salto, se sobregiraba perdiendo impulso y dejando en doble salchow la segunda parte de la secuencia (-0,57). Subía y bajaba. Tan pronto aterrizaba un correcto triple bucle (+0,90), como descontrolaba y tocaba con la mano en el hielo en el triple lutz (-0,60). Incluso en la pirueta baja combinada se apreciaba alguna imprecisión (+0.29) y se catalogaba como nivel 3. Concluía de forma muy potente con su efectista secuencia coreográfica (+1.5) y la pirueta combinada de nivel 4 (+0.93).
Con cuatro fallos, tres en elementos clave (los que más puntúan), el estándar técnico bajaba bastante con respecto a lo esperado: 93.59. Lo mismo que los componentes, 92.02 (con la ejecución por debajo del 9). Su puntuación, 184.61, nada tenía que ver con los 219.48 de la final del Grand Prix. A pesar de la ventaja que traía del corto, la puerta para Javier Fernández y Patrick Chan estaba más que abierta, pero había que patinar bien.
Acto seguido era el turno del chino Boyang jin que, aunque no hacía limpiamente su arma secreta el cuádruple lutz, presentaba un ejerció lleno de saltos: tres cuádruples (dos toe y un salchow), dos triple axel (uno combinado con medio bucle y triple salchow), triple lutz + triple toe y triple flip, todas las piruetas nivel 4 y los pasos nivel 3. Tremenda nota técnica: 104.99 pero bajón en componentes 76.14, en castigo para un programa que adolecía enteramente de parte artística. Con 181.13 se colocaba por detrás de Hanyu.
Eran las 4:26 cuando un transpirado y muy serio Javier Fernández saltaba al hielo.
Muchos aplausos aunque pocas banderas españolas. Sus padres, algunos amigos y los compañeros de la selección española (Javier Raya, Celia Robledo, Luis Fenero y Sonia Lafuente) le jaleaban desde las gradas. Como prometía estaba absolutamente concentrado, apenas había podido entrenar por la mañana ¿Sería capaz de obrar el milagro? Necesitaba 196.95. Una nota muy alta, pero ya había superado en dos ocasiones la barrera de los 200.
Muchos aplausos aunque pocas banderas españolas. Sus padres, algunos amigos y los compañeros de la selección española (Javier Raya, Celia Robledo, Luis Fenero y Sonia Lafuente) le jaleaban desde las gradas. Como prometía estaba absolutamente concentrado, apenas había podido entrenar por la mañana ¿Sería capaz de obrar el milagro? Necesitaba 196.95. Una nota muy alta, pero ya había superado en dos ocasiones la barrera de los 200.
Minutos después, los espectadores del TD Garden se asombraban al verle aterrizar un cuádruple toe totalmente perfecto, tanto, que recibía un GOE unánime de +3. Javier estaba fino. Unos cruzados y clavaba el elemento más complicado, la combinación de cuádruple salchow + triple toe (+2.29) y el triple axel + doble toe (+2.29), que salía de la nada. Con este inmejorable comienzo iniciaba la serie de pasos nivel 4 (+1.9) magistralmente adaptada a los compases del musical ‘Ellos y ellas’. La única mácula acaecía en la pirueta baja cambiada, donde sólo llegaba al nivel 3 (+1.07). En la segunda mitad, nos dejaba sin aliento al bordar el cuádruple salchow (+3) y la serie de triple flip + medio bucle + triple salchow (+1.2). El público era un clamor, pero aún tocaba pasar por un elemento muy complicado, el temido segundo triple axel que falló en el europeo. Pero no era el caso, ya que lo aterrizaba con perfección (+1.57). Mientras sacudía los dados de la suerte, sonreía al ritmo de ‘Luck be a lady’ de Frank Sinatra. Estaba imparable. Triple lutz (+1.80) y sonrisa cómplice con la grada, que se entregaba con la secuencia coreográfica. Un esfuerzo más, triple bucle con entrada de águila (+1.20). Al tocar el hielo, se le notaba feliz. Dos piruetas nivel 4 (ambas +1) y final. 17.000 personas en pie, Fernández se llevaba las manos a la cara, no se lo podía creer, había logrado el sueño de cualquier patinador, hacer el programa de su vida en el momento más importante. Era y se sabía ganador. La sensación era eléctrica. Esto no era una ensoñación.
En el kiss & cry tenía un precioso gesto con su entrenador Brian Orser y su coreógrafo David Wilson señalándoles como artífices de su éxito. 118.05 para los elementos técnicos y 98.36 (con dieces para la coreografía y la interpretación y tantas notas perfectas que nos faltaban manos para contarlas). Javi no daba crédito: 216.94. Destrozaba el récord de Europa (a tres enteros del mundial) y se aseguraba su segunda medalla de oro consecutiva al totalizar 314.93, que también era nueva plusmarca continental. En la green room, hasta Yuzuru Hanyu se arrodillaba a sus pies, no era para menos, le había sacado casi 20 puntos. “Me siento triste por mí pero feliz por Javi”, diría después.
De nuevo, David doblegaba a Goliat y, a las cinco de la madrugada hora española, el cuádruple campeón de Europa se convertía en bicampeón mundial. Los calificativos se agotaban.
Por su parte, Shoma Umo liquidada sus opciones al errar ambos cuádruples, en el segundo tenía una caída (173.51), mientras que Patrick Chan hacía hasta tres globos para obtener (171.91).
El podio quedaba conformado de la siguiente manera: oro para Javier Fernández (314.93), plata para Yuzuru Hanyu (295.17) y bronce para Boyang Jin (270,99). Versión rápida del himno español con abrupto final y paseíllo del vencedor.